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2da parte. Amor, egoismo y Salvación. Mirando mas profundo.

Apenas habia terminado de escribir mi reflexión sobre el Poder del Amor. Aún resonaba el eco de mi voz, invitando a bajar las armas y cortar la onda expansiva del egoísmo respondiendo con bien al mal. Aún me sentía emocionada ante la idea de muchos focos de amor comenzando a reproducirse como el fuego. Porque asi salvó Dios al mundo, y esa es la única manera de salvar el nuestro. Asi de simple, dije.


No había pasado un día de que lo publicara cuando Dios la trajo a mi consultorio, ella, con una hermosa sonrisa pintada sobre su corazón partido. Sus actos, durante varios años, había hablado con mas convicción aún que mis palabras. Había recibido traición y ofrecido perdón, y ante más desprecio siguió devolviendo amor. Cuando él aumentaba su egoismo, ella lo superaba en actos de bondad. Ella peleó con convicción admirable cada batalla de la guerra usando las armas del cielo, luchó ferozmente de pie y de rodillas hasta desangrarse... pero no ganó... El amor no venció al egoismo, la onda expansiva nunca comenzó, y ella perdió, perdió no solo su matrimonio, sino tambien su alegría, sus ganas de vivir y también algo de su fe.


La miré deshacerse en llanto frente a mi, rendida... mi corazón lloró con ella, y me quedé con mas preguntas que palabras. Nada es tan simple como a veces podemos hacerlo parecer.


Por eso reabro este tema, para sumergirnos aún mas profundo. Esta vez seré menos ambiciosa, es mucho mas complejo de lo que sonará. Las siguientes preguntas lo atestiguan ¿Será que si amamos lo suficiente el amor siempre vencerá? ¿La fe en el poder de Dios implica nunca desistir? ¿Que es el amor incondicional? ¿Cómo expresarlo? ¿Hasta cuando? ¿A que precio? ¿Renunciar a quien no me quiere amar es ser vencido por el mal? ¿Poner limites para protegerme es egoismo?



El egoismo y el amor. Reacción o elección?

Egoismo, autoprotección, nacimos con este recurso a disposición desde el primer instante de vida, y ante la primer sensación de carencia se activará salvajemente, para salvarnos a cualquier precio. Es que en este mundo tan hostil hasta casi se siente necesario. Este es el egoismo como reacción, automático, natural, para protegernos del mal real o imaginario que nos amenaza. Naturaleza pecaminosa dice la Biblia, no la elegimos, no podemos librarnos de ella por nuestros medios. Se activará constantemente frente al mal que ocurre en nuestro entorno.


Por otro lado: el amor. También inevitable. La naturaleza espiritual coexiste con la terrenal, afortunadamente, y el amor se enciende naturalmente frente al amor desde que nacemos. No lo elegimos. Amamos a quienes nos aman. Jesús mismo dijo que incluso los incrédulos lo hacen. Ésta es la marca de nuestro Creador que mantiene viva nuestra esencia y preserva a este mundo de la autodestrucción. Éste es el amor como reacción.


Ante estos dos instintos debemos reconocernos vulnerables. No hay mucho de que avergonzarnos ni de que gloriarnos.


Sin embargo hay otra dimensión mas sutil, ante la cual nuestro libre albedrío en algún momento de la vida será llamado a expresarse. Llegara un día en que nos descubriremos libres, y podremos elegir resistir el impulso primario de amar u odiar y responder con su contrario. Podremos recibir mal y responder con amor. Podremos recibir amor y abusar de él egoistamente.


Un día, el amor y el egoismo se convierten también en una elección, y la suma de decisiones en uno u otro sentido definen nuestra identidad definitiva, la clase de relaciones que tendremos y nuestro destino eterno.


Tiempo de sembrar, tiempo de cosechar.

Nuestras decisiones nunca son completamente racionales, cuando elegimos lo hacemos a partir de nuestras experiencias emocionales, por eso es tan dificil que las personas que recibieron poco amor sepan amar bien.


Por otra parte, las relaciones adultas sanas requieren de la capacidad de ambas partes de dar y recibir, pero lo cierto es que este mundo esta lleno de "niños emocionales y espirituales", adultos que debido a sus carencias primarias necesitan recibir amor del sano antes de poder brindarse en igual medida, nadie puede dar lo que no tuvo.


Si solo el amor enciende el amor, habrán momentos en los vínculos donde el que tiene encendida su mecha, tendrá que insistir y resistir, elegir no reaccionar al mal con mal, y confiar en el poder expansivo del amor. Este es un don espiritual, solo cuando tenemos una Fuente de amor de la cual nutrirnos podemos ser capaces de amar bien a quien no es capaz de retribuir ese amor. El riesgo: sostener por siempre la asimetria y la dependencia.  La única solución definitiva: que ese corazón herido aprenda a nutrirse del manantial de amor infinito antes de secar la fuente de aquel que decidió amarlo.


La gran pregunta es hasta cuando alguien debiera dar sin recibir, porque ninguna relación logra subsistir para siempre unilateralmente, ni siquiera la relación con Dios. Siempre llegará un momento donde ya no hay nada mas que dar. Cuando el amor incondicional "ha quedado claro" la decisión de devolver amor se hace posible, y no participar de ese circulo de entrega mutua se vuelve decisión. Pasa en las relaciones humanas, pasa en el plano espiritual, en algún momento la puerta de la gracia se debe cerrar en un acto de respeto a la libertad al otro y a uno mismo.


Hay un tiempo de sembrar y otro de cosechar, ambas cosas en algún momento deben ocurrir para que la vida siga ocurriendo. Y donde no hay vida, hay muerte.


Renunciar también es amar

No estamos hablando de amar u odiar, ni siquiera de dejar de amar, sino de ejercer un amor sabio. No hacerlo es peligroso, para uno mismo y para el otro.


Peligroso para uno mismo porque si no amamos al otro en equilibrio con el amor propio,  en algún momento se encenderán nuestros sistemas de alarmas emocionales y necesitaremos odiar o disociarnos para sobrevivir. Y eso enferma la mente, el cuerpo y el alma, siempre.


Peligroso para el otro, porque nuestra permisividad le permite normalizar su egoismo y endurecer su corazón. Sin amor no hay vida. No podemos venderle la mentira de que el individualismo funciona. No podemos ser cómplices de su autodestrucción.


Por todo esto estoy convencida de que amar sabiamente no es solo dar.  Pedir amor, enseñarle al otro como expresarlo, dejar que vea mis necesidades y las heridas que causan sus actos, confrontar con firmeza y respeto su egoismo es un gran acto de bondad, que a veces requiere mas valentía y trabajo que simplemente ceder.


La palabra de Dios enseña que es "mas bienaventurado dar que recibir". Si de verdad lo creemos, ser los únicos en dar siempre, ¿no será un acto de egoismo?. ¿No será que disfrazado de abnegación puede haber un ego que quiere ganar una batalla que no le corresponde, por miedo, culpa, codependencia u obstinación?. Si de verdad amamos a alguien no podemos permitirle que practique con nosotros aquello que tanto daño hace a su alma, y a la nuestra.


Misterio de la iniquidad. Misterio de la Salvación. La Biblia deja claro que nuestra mente nunca llegará a abarcarlo ni entenderlo plenamente, que el bien y el mal solo pueden ser comprendidos a traves de la experiencia, y que en algún momento el universo entero sabrá que el amor es la fuerza mas poderosa del universo, y que vence, aunque eso no signifique que todos lo elijan.


Dios quiere perfeccionarnos en su amor, para que podamos vivirlo y reflejarlo de manera tan sabia que nuestro entorno tenga la posibilidad de entenderlo, y si lo desea, solo si lo desea, elegirlo y multiplicarlo.


Creo que la forma en que Dios nos ama es la mejor escuela, por eso, en lo personal, no puedo dejar de agradecerle:

- Cuando me ama, sin pedir nada a cambio porque entiende que aún no estoy en condiciones de retribuir,

- Cuando me ama, expresándome claramente lo que su corazón espera de mi y dejandome ver el dolor que le causa mi desprecio.

- Cuando me ama, dejando que las consecuencias naturales pongan un freno a mi autodestructivo egoismo.

- Y aunque suene extraño, también cuando me ama con tanto respeto que si decido no responder con amor a su amor, con el corazón partido me dejará partir.



Vuelvo a ella, la mujer que inspiró estas reflexiones que hoy comparto. Ella creyo que habia perdido, pero no. La mayor victoria del amor no es siempre ganarle al mal, sino no ser persuadido por él.  Y ella ganó, no se dejo vencer, ella será capaz de seguir amando y su amor será cada vez mas maduro. En realidad el que perdió fue él, porque tuvo la oportunidad de conocer el amor redentor de Jesús a traves de ella, y al menos en esta batalla, perdió la Salvación.

 
 
 

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