Obras de arte (mis hijos)
- Noelia Marrero
- 19 mar 2022
- 1 Min. de lectura
Pensé que sus mentes y sus almas podían ser tan dóciles como arcilla... Desde antes que nacieran me preparé apasionadamente para hacer la mejor obra que mis manos inexpertas me permitieran, no pretendía perfección... supongo. Y fueron creciendo, tomando forma entre mis dedos, obligándome a reformar más de una vez el molde de mis sueños. Y entre gratas sorpresas y algunas frustraciones casi no aflojé ni mis rodillas ni mis manos. Creí ser una escultora y ellos arcilla entre mis dedos, creí saber lo que debían ser, creí poder hacerlo... hasta que un día mire a sus ojos por milésima vez y con inquietante sorpresa no logre verme en ellos, entonces di un paso atrás, como para observar mi obra en perspectiva, y consternada los vi...humanos, profundamente míos, y aun así inaccesibles y desconocidos. Y me inundó una profunda confusión, y sentí temor, y sentí alivio... y afloje mis manos. No eran mis obras de arte, no eran mi creación, no me pertenecían. No eran más que dos imperfectas criaturas listas para ser pulidas por el cincel del verdadero Creador, tan necesitados de la gracia y la misericordia de un Salvador como aquella madre que creía que sabía, que podía, y que en realidad era la primera en necesitar ser dócil arcilla en las tiernas manos del Alfarero.

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