Pertenecer

Pertenecer, de eso se trata, allí se encamina el corazón humano.

Un lugar donde volver, luego de nuestras batallas de afuera y de dentro de nosotros mismos, sin necesidad de permisos ni disculpas.

Pertenecer, eso nos falta, eso nos ha arrebatado el pecado... nos quitó la certeza de seguir perteneciendo a nuestro Padre, nos ilusionó con la ridícula idea de ser independientes y de bastarnos a nosotros mismos.

Pertenecer, eso buscamos, y nunca somos tan felices como cuando lo logramos. Entre los brazos que contienen la infancia de los más afortunados, en la acogida fraterna del amigo del alma, en el amor que anhelamos nos retorne definitivamente a casa.

Pertenecer incondicionalmente, eso vamos buscando, y boicoteando en la irracionalidad humana. Pronunciando con orgullo autodestructivo la necesidad de vivir sin límites ni fronteras, firmando nuestra sentencia de soledad.

Pertenecer, busquémoslo, luchémoslo, mantengámoslo y soñémoslo. Basta del individualismo absurdo. Pertenezcamos en libertad y en amor, no ser poseídos ni poseer, solo ser parte del amor, que nos dio origen y nos da sentido.